domingo, 12 de agosto de 2012

Impresionante oficio

Gary Lineker dijo aquello de "el fútbol es un deporte de once contra once donde siempre gana Alemania", archiconocida frase que hacía referencia a una época en que daba igual cómo se jugara que al final el equipo germano se llevaría el gato al agua por sus tablas y dominio. Algo parecido se podría aplicar en la actualidad a la selección española de baloncesto que, sin contar al equipo de Estados Unidos, parece ser la indiscutible dominadora del baloncesto FIBA.

A diferencia de otros equipos de leyenda, como la antigua Yugoslavia, la actual selección sólo parece soltar su tensión competitiva cuando las cosas están verdaderamente difíciles. Así se podría explicar su raquítico juego de la primera fase de Londres 2012: su evidente relajación contra Gran Bretaña, el susto contra Rusia o la pájara contra Brasil (lo siento no creo en conspiraciones).

También su falta de precisión contra Francia hasta el último periodo en los cuartos de final o la calamitosa primera parte, de nuevo frente a Rusia, de la semifinal.


Pero como ocurría con los Beckenbauer y compañía, a la larga logran clasificarse y generan en el adversario de cara o cruz la sensación de que la derrota es algo inevitable: los puñetazos de Francia o las órbitas desencajadas de los rusos parecían una muestra de impotencia y rendición frente a un destino inalterable.

Como estilos hay muchos, el de Scariolo es discutible. Alguno de los nuestros estaba mirándose los calcetines en uno de los tiempos muertos de la final sabedores de que no había hueco para ellos, mientras James Hardem, con el chandal y sin minutos, se apoyaba en el hombro del Coach K para seguir atento sus órdenes en un circulo cerrado de hipermotivados NBA's.

El equipo de Scariolo gravita -en los momentos importantes- alrededor de un grupo contrastado y de total confianza. La rotación es de ocho o nueve, pero el desayuno y la cena lo sirven Calderón, Navarro, Rudy, Marc y Pau. No hay demérito para el resto, al contrario. Los partidos son largos, los torneos mucho más, y no estamos hablando precisamente de campeonatos de minibasket. En Londres 2012, Sergio Rodríguez, Llull, Felipe, Ibaka y San Emeterio han aportado mucho para que la plata cayera en la saca. Pero, más allá de los evidentes reconocimientos, los cinco titulares “son los imprescindibles”.

Dicho esto, el éxito de Sergio Scariolo, y del método, sí que es indiscutible. Con el técnico italiano se ha logrado mantener la senda de los Junior de Oro, del oro en el Mundial de Japón 2006, de las platas en el Eurobasket de Madrid 2007 y en las olimpiadas de Pekín 2008, y, con él dirigiendo desde el banquillo, el primer puesto en el Eurobasket de Polonia 2009 y Lituania 2011 y este último metal en los Juegos Olímpicos de Londres. Un palmarés extraordinario.

Ayer contra Estados Unidos se rozó la gloria. Toser en la nuca de los mejores jugadores del mundo esta al alcance de pocos. Evocar al Dream Team del '92 es un sacrilegio, pero aquí estaban tipos como LeBron James, Kobe Bryant, Kevin Durant, Carmelo Anthony, Deron Williams, Cris Paul o Kevin Love. Quién reste valor a cualquiera de los jugadores del USA basketball es poco riguroso. Un equipo genial que proyecta mucho sobre el baloncesto del futuro. Cierto también que faltaban Dwight Howard, Chris Bosh, Dwyane Wade o Derrick Rose. Un dato que no debe ser juzgado como traición a la patria, sino como constatación de que Estados Unidos es un país cuyo baloncesto va muy por delante al del resto del mundo.


Pero si vamos a la zaga es porque Pau Gasol es uno de ellos, y la fila de abrazos que le regalaron los yankees es una muestra del respeto que ha logrado nuestro baloncesto en buena parte gracias a él; porque Juan Carlos Navarro, como dice L'Équipe logró con sus “12 points en sept minutes envoyé cette finale vers un gros match"; porque Marc y Calderón saben latín, después de estudiar en las mejores escuelas; porque a Rudy, Ibaka, Llull, Felipe, SanEme o el Chacho les mola competir en las grandes ligas y batirse contra los mejores espadas. En Londres han añadido un nuevo tesoro a la videoteca de las grandes películas del baloncesto. Aquellas que tienen grandes actores, una trama cargada de intensidad y un final lo suficientemente satisfactorio desde distintas perspectivas como para no lamentar repetir visionados aún sabiendo el final. Otro partido sensacional entre Estados Unidos y España. Un generoso atractivo que alimenta también la convocatoria del próximo Mundial que se celebrará en España en el 2014.

Por si fuera poco, la selección de baloncesto hace de la normalidad reflexiva una de sus señas de identidad. Lo que aleja la estridencia y el ruido que a veces provocan otras disciplinas deportivas y políticas de este país. Algo de agradecer.

Y es que estos tipos, como aquellos a los que se refería Lineker en su momento, son gente de la que te puedes fiar. Porque en el momento preciso tienen un cuajo para hacer bien su oficio impresionante.