domingo, 25 de agosto de 2013

Sensaciones de la selección

El Palacio de los Deportes de Madrid presenta grada abarrotada y ganas de buen partido. Sin menospreciar pruebas anteriores, lo que queda claro es que Francia es un equipo con galones. No sólo por lo que presenta en pista, que ya es, sino también por lo que tiene guardado para citas más determinantes. Tony Parker es un tipo que te puede romper un partido con dos cambios, tres tiros y cuatro asistencias. A pesar de las ausencias, el encuentro mantiene las señas del clásico europeo, lo cuál habla bien de un baloncesto continental más fresco que en décadas pasadas donde el bigote, el hacha y el músculo era lo que predominaba. Ahora hay más cintura y eso se agradece. Para muestra Batum.


Horas antes del partido contra Francia, en un restaurante cercano al Palacio, un chaval algo tímido se acerca a la mesa en la que nos encontramos comiendo. Su padre le ha comentado que ese tipo tan alto que disfruta de una excelente gastronomía fue en su día uno de los jugadores más importantes del país. El chico pide una foto para tener testimonio del encuentro. Fernando Romay no duda en posar con el chico, sonreír a la cámara y soltar unas bromas. Guillermo se marcha encantado, la familia vino desde fuera de Madrid para disfrutar de un partido de baloncesto con mayúsculas. En 1984 tras aquella madrugada de plata, Juanito Corbalán decía al pisar Barajas: “El futuro va a estar complicado después de ganar la medalla, porque el público va a exigir mucho más”. Aquello es historia. Por entonces nuestra selección se dividía prácticamente entre Barça y Madrid. Ahora en el cinco saltan cuatro que juegan en la NBA y nadie repara como algo excepcional que no haya un sólo jugador del Barça en la selección. La diversidad de la calidad, jugador por jugador, es una excelente señal.



El día antes del encuentro la selección hacía trabajo físico en el Triángulo de Oro, el pabellón donde habitualmente se entrenan cuando vienen por la capital. El ambiente es distendido y se percibe que hay confianza en el grupo. Igualmente el cuerpo técnico -Juan Antonio Orenga, Jaume Ponsarnau y Jenaro Díaz- proyectan planificación colectiva y espíritu de colaboración. El punto de este equipo que irá dentro de unos días a Eslovenia a jugar el Eurobasket, visto desde fuera, es precisamente ese, la distensión y el apoyo mutuo. El producto esta elaborado (en esta ocasión) para que no haya excesivas reprimendas y con la garantía acumulada de los últimos años, lo que uno intuye es que hay una baza determinante que se mantiene en el grupo: la confianza. Algo que no es un asunto menor toda vez que equipos con títulos nobiliarios en el róster se han estrellado cuando se han visto juntos. La distancia con el año 84 es abismal.


En la bancada de la prensa están sentados Alejandro, Fernando y Andrés, entre otros muchos. Hay un significado importante, el equipo sigue atrayendo, la propuesta genera interés y el resultado global es una incógnita. Material suficiente para el periodista no condescendiente y de honradas consideraciones críticas. Al contrario de las estridencias que genera el deporte mayor, en esta parte de la grada se percibe cordialidad, entre periodistas y también con el equipo. No hay voluntad de ruido, algo poco habitual en estos tiempos que vivimos, sino de mesura y compresión por las circunstancias. Nadie sensato reprocha las ausencias, ni tampoco presiona en exceso a las novedades. A pesar de que a alguno le falte un hervor.


Eso sí, en la pista hay un tipo que manda. Se llama Marc Gasol, el chavalote ha revertido en auténtico zar, con las mejores credenciales de anteriores dueños de la zona que tuvieron ese título. Su poderío es tal, que hasta en Estados Unidos dieron un premio ajeno para loar sus virtudes. Con el balón arriba y el brazo extendido no hay nadie que la pueda pillar su trozo del pastel. Un pívot con batuta es mucho pívot. En otras áreas la faena esta muy bien servida. Como esta crónica no va de análisis, sino de sensaciones, habrá que mencionar a uno que parece estar en permanente estado de comodidad desde hace meses: Sergio Rodríguez. El canario se mueve por la pista con una soltura que hace innecesario el cinturón de seguridad que antes había que colocarle y que terminaba por meterle en atascos de juego. Ahora su juego tiene flow y encaja a la perfección en los momentos de empanamiento del grupo. El resto de jugadores tienen calidad, oficio o saber estar. Los hay que incluso tienen esas tres virtudes juntas, como Calderón. Por no hablar de la capacidad de mágia y vista periférica de Ricky Rubio, Rudy o Llull, en según que momentos, o la voluntad de sacrificio de un tipo excepcional como Fernando San Emeterio. Puntualizaciones y gustos al margen, del conjunto, por ahora, sólo se puede hablar bien.


Las sinergias entre el padre y el chico que vienen a la mesa de Romay, es que entonces como ahora hay un plantel de nombres propios y colectivos que marcará un tiempo de nuestro baloncesto. No es poca cosa. Con una liga ACB desfondada económicamente y precaria de ideas, la selección es la garantía de que los buenos tiempos del baloncesto tienen pasado reciente, presente equilibrado, futuro prometedor y memoria compartida. “Al chico le encanta el baloncesto” dice el padre de Guillermo antes de irse felíces. Razón suficiente para felicitarnos, ocurra lo que ocurra en Eslovenia. La garantía del producto incluye varios años, por encima de lo que pase en el examen de septiembre, al que nos presentamos con opciones de nota.

PD: Ilustraciones: Enrique Flores.
 

4 comentarios:

drazgon dijo...

Muy bueno el post.
Podría añadir que, al menos lo que yo he notado, es que no hay casi momentos de espesura en el juego.

Un saludo.

Jacobo Rivero dijo...

@drazgon: El equipo pinta mucho mejor de lo que en principio yo suponía. Habrá que ver en el Eurobasket cómo funciona. Yo confio en el buen hacer de Orenga.

Un saludo y gracias por el comentario.

Anónimo dijo...

Podrías hacer una entrada en tu blog de este libro de un amigo?
Gracias

http://www.amazon.es/Tocando-cielo-cancha-baloncesto-F%C3%A1cil/dp/8444110914

La civilización olmeca fue la primera que jugó al baloncesto.Ocurrió hace 3000 años a. C. En este libro descubrirás sus orígenes de este deporte, su evolución, el secreto de su éxito… ¿Y sabías que todo comenzó con una cesta de melocotones?

Jacobo Rivero dijo...

@Anónimo: Pues tiene una pinta estupenda. Lo ideal sería tener un ejemplar para hacer una reseña. Lo pongo en la cesta de los deseos navideños y cuando lo lea sin duda escribiré algo. Gracias por la recomendación. Un saludo.